Pero en una de esas es al cuesco y no hay nada que entender porque no se trata de otra cosa que volver a las fuentes.
Los argentinos siempre evacuaron el vientre como si al ano lo tuvieran entre los omóplatos. Son famosos en la región por sus ínfulas. Millones de argentinos siguen convencidos de que tienen vidas de primer mundo, a pesar de que sus ingresos pasaron a ser del tercero hace años. En la década del 90, cuando estábamos mal y no teníamos dignidad, el objetivo declarado era que Argentina se sumara cuanto antes al exclusivo club de los países desarrollados.
¿Por qué ahora, que tienen la posibilidad de hacerlo, vuelven a elegir el pobrismo y se conforman con ser un país pedorro más del tercer mundo profundo?
Me trae recuerdos muy desagradables del despecho de los meses que siguieron a la derrota de la aventura de Malvinas, cuando profesores, parientes, amigos y conocidos me decían que había que dejar la ilusión de que Argentina era parte de occidente y la modernidad y asumirse como sociedad marginal y premoderna, con luminarias de la dignidad como Libia e Irán de compañeros de ruta.
Al final, como dice Rangel, son los argentinos los que eligen sistemáticamente la pobreza y el atraso:
Fue la política económica de sucesivos gobiernos argentinos, despectiva de la producción primaria y empeñada en perseguir una ilusoria autarquía industrial, y no ningún deterioro en los términos de intercambio, lo que hizo vibrar la economía argentina, de una promesa superior a las expectativas de países de economía semejante, como el Canadá, Australia o Nueva Zelandia, al estado de distorsión virtualmente irremediable en que la dejó el segundo gobierno peronista. Significativamente fue Perón quien, a su regreso en 1973, tras casi veinte años de exilio, declaró que la Argentina era ahora "Tercer Mundo", en triste sustitución del proyecto de modernización y equiparación con los países punteros de Occidente que habían razonablemente concebido y parcialmente llevado a cabo los dirigentes de ese país en la segunda mitad del siglo pasado y comienzos de éste.
Sigo sin entender cómo alguien puede vivir permanentemente en el autoengaño de pensar que fracasa no porque hace mal las cosas sino porque está más allá del éxito.
Brillante post.
ReplyDeleteJL
Puedo entender que alguien se resigne al fracaso porque no le queda otra. Pero que lo elija y encima se las dé de güíner namber uán es como demasiado. En una de esas el de los argentos es un caso de baja autoestima.
ReplyDeleteLa progresía argenta considera más fashion ser Cuba o Bolivia que Nueva Zelanda, prefiere tener empresarios truchos prebendarios de bienes caros y berretas, antes que tener una industria agroalimentaria competitiva , prefiere cambiar la dieta de la población eliminando la existencia ganadera, para acercarnos cada vez más a los hermanos latinos, hasta llegar a las tortillas de maíz como los mexicanos, prefiere tener bancos que vivan de prestarle al estado y de comisiones por tarjetas y seguros, antes que bancos que financien emprendimientos competitivos y políticas habitacionales.
ReplyDeletePrefiere estar en el tercer mundo antes que estar en una posición privilegiada real con el resto del planeta.
Después de todo, a quién le gustaría vivir como en Canadá pudiendo parecernos a Ecuador?
Pero por qué, Depre, no termino de entender. Ni Brasil ni Chile quieren ser Latinoamérica. Debe ser un complejo de inferioridad tremendo.
ReplyDeleteMe parece que tiene varios componentes, uno es ideológico, el peronismo y el radicalismo consideran un éxito esa política.
ReplyDeleteOtro es educacional derivado del ideológico.
Otro es un factor de comodidad, también derivado del ideológico, es más cómodo tener un papá (sea Yrigoyen, Perón, o CrisK) que nos digan lo que hay que hacer sin pensar demasiado. A ellos les conviene porque hacen los que les viene en gana sin que nadie diga nada, y tienen cautivos eternos.
No sé si hay sentimniento o convencimiento de inferioridad, creo que no, es más, tal vez sería bueno que hubiera un poco para intentar salir, el sentimiento es que siguiendo a los papás somos más que cualquiera, es más grave.
Además, es más fácil tirar culpas a los demás, a conspiraciones, etc, que ponerse a trabajar seriamente.
Sigo, fijate que se hizo éstos días una encuesta, y sólo el 16% de la población considera que la inflación se debe a la emisión de billetes exagerada, los demás, la gran mayoría, considera que los empresarios aumentan los precios porque sí.
ReplyDeleteEn parte hay una culpa de el empresariado como decíamos antes trucho y prebendario, pero suponer que se fabrica dinero sin consecuencias, por carácter transitivo supondría que no debería haber ningún país con problemas económicos, por el simple resultado de fabricar moneda y listo. No resiste ningún análisis, sin embargo, todos están convencidos.
Depre, si lo de esa encuesta es verdad, quiere decir que el argento promedio a “des aprendido” la lección de la inflación.
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