Pero personalmente no odio a los Kirchner.
El problema no son estos personajes, ni siquiera los delincuentes de cuarta que los acompañan - delirantes van a existir siempre - sino la absoluta incapacidad de las instituciones del país de evitar que gente de esa calaña y con esas ideas y propuestas llegue a ocupar los máximos cargos electivos y, de llegar, que les resulte tan fácil arrasar con las instituciones de la República.
Creo que, termine como termine este experimento neopopulista, Kirchner y su viuda ya se ganaron un lugar al lado de Perón, Eva y demás próceres del panteón nacional y popular.
Los kirchneristas te explicarán, por los siglos de los siglos amen, que es una pena que no los hayan dejado hacer y que los “intereses creados” hayan apuñalado por la espalda al “modelo”.
Cuando llegue el momento de volver a la realidad, acuérdense de lo que les digo, la culpa será del capitalismo salvaje, del ajuste neoliberal, de un gobierno de ocupación financiado por la CIA, que responde al "consenso de Washington" y los "protocolos de los sabios de Sión" y sus cómplices cipayos, vendepatrias, entreguistas locales.
Porque progresismo que fracasa no es progresismo y no hay proceso de aprendizaje que dure si la reivindicación está a la vuelta de la esquina.
Si Argentina no logra escapar de la maldición de los recursos naturales, próximamente en esta sala tienen un clon de Kirchner de la mano del siguiente "boom de los commodities".
ya lo decia Cacha en su nota de esta semana:
ReplyDelete"Pero en definitiva el problema que tenemos en Argentina es que se ha acentuado la destrucción de valores como la cultura del trabajo, el riesgo empresarial, el espíritu de superación personal y se ha impuesto la cultura de la dádiva, del vivir a costa del trabajo ajeno, del desprecio por la libertad y la propiedad. Lo que ha hecho el kirchnerismo es aprovechar esa destrucción de valores. El problema ya no son ellos, sino los valores que imperan en buena parte de la sociedad. “
Yo estoy acá, tengo propiedades y laburo... y tampoco los odio. Como dijo Alberdi de Rosas, es más espantoso lo que representan que ellos mismos.
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