Toda sociedad tiene derecho a organizarse de la manera que mejor le venga en ganas.
El problema cuando hablamos de sociedades es que necesariamente es una mayoría – más o menos circunstancial – la que decide por todos.
El problema cuando hablamos de sociedades que deciden organizarse bajo el populismo clientelista es que es una mayoría – más o menos circunstancial – la que decide hacerse mantener por una minoría que todavía produce algo.
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