Jan 5, 2012

Correo digno, nacional y popular

De Francisco :
Cuando era estudiante universitario, teníamos como compañero de estudio a un flaco que trabajaba en "Encotel". Un día, suelto de cuerpo, nos contó que era costumbre para las fiestas de Navidad y Año Nuevo, 'tantear' las encomiendas; con preferencia sobre las que venían del exterior. Ya sabían, por el peso y el ruido que hacían, que es lo que tenían dentro; en consecuencia, todos los empleados y jefes se iban con algún 'regalito' a la casa.

Nos indignó de tal manera esa actitud (y otras tales como tirar piezas postales si eran 'simples', porque son muchas y 'te rompen las tarlipes'), que le fuimos 'cortando el rostro'; de todas maneras, alguna que otra vez nos enterábamos de casualidad de alguna otra 'hazaña' del tipo, amparado según el por "el aguante del gremio".


Al año siguiente, el correo fue 'privatizado'; el flaco estaba aterrado. "Nos hacen trabajar", le confió a otro compañero, y se quejaba amargamente que "El gremio nos garcó"; pero además, de la cantidad de "controles y esas cosas raras de la calidad y queseyoque que nos obligan a aprender".

El tipo después dejó la carrera; nunca supimos nada de él, hasta que hace unos años atrás, cuando "el correo volvió a ser argentino", lo vi celebrando tal acontecimiento en la puerta del Correo; junto a los muchachos 'del gremio', por supuesto.
(Viene de acá)

8 comments:

  1. No hay castigo ciudadano en la Argentina, me acuerdo de un familiar cuyo matrimonio amigo era parte de una banda de secuestradores, el hombre fue preso en los 80s y estos familiares seguían siendo amigos de ese matrimonio incluso después de que el tipo salió de la cárcel.

    ReplyDelete
  2. Totalmente de acuerdo, Rothbard
    Tambien se ve eso en ciudades chicas, donde políticos que chorearon y todo el mundo lo tiene claro ves que viven normalmente y nadie les corta el rostro.

    ReplyDelete
  3. No sólo que no les cortan el rostro. Los reeligen.

    JL

    ReplyDelete
  4. Al contrario, se les hacen los amigos para manguearles, o sea compartir el botín..

    ReplyDelete
  5. No hay castigo ni impugnación cívica del ciudadano (no me animaría a calificarlo como tal, porque evidentemente no ejerce plenamente sus derechos), justamente porque muchos argentos siguen pensando que aquel dirigente o funcionario que les garca sistemáticamente la vida, es el que en algún otro momento les puede hacer 'una gauchada', a través del 'Estado' y 'por las vueltas de la vida'.
    Eso se da mucho en provincias cuyo régimen cuasi feudal cobija una sociedad que vive más pendiente de lo que le prodiga el caudillo, que lo que puede generar por su propio esfuerzo; los que van presos, son justamente los que no repartieron.
    En otras ciudades o comunidades, mientras no sea vulnerado el bolsillo, cualquier dirigente que meta la mano en la lata, siempre va a tener la venia indulgente de sus vecinos, total 'la justicia nunca llega con estos tipos'.
    Mi experiencia personal con el flaco de la anécdota me llevó a retirarle el saludo; me indignaron siempre estas actitudes, sobre todo de un tipo que debía brindar un servicio tan esencial como las comunicaciones, en un tiempo en donde no había internet, ni FedEx, ni Western Union. No fue un gesto patriótico ni nada por el estilo el mío; simplemente porque al tipo le daba lo mismo que lo amen u odien; y porque a los demás, su conducta en el Correo forma parte del 'folklore y las costumbres de nuestro pueblo'.

    ReplyDelete
  6. Para más vergüenza:

    El año pasado un autor extranjero tuvo la gentileza de enviarme un libro suyo, ya que no se conseguía de ninguna forma -no Amazon, no web, no nada.

    A los dos meses yo no lo había recibido.
    Tuvo que mandarlo otra vez, llegó en una semana.

    Vergüenza ser de acá, me dió.

    Y otro temita aparte: El escanner de Ezeiza. Está hecho para detectar bombas y los tipos "a cargo" lo usan para ver que hay en las valijas y afanar selectivamente.

    ReplyDelete
  7. Recuerdo la privatización de Encotel. Yo iba bastante al correo a fines de los ´80s y estaba acostumbrado a mostradores vacíos por largos ratos, yo hacía sonar la llave y a los minutos aparecía uno de los empleados, barbudos, sucios, mal vestidos y de mala gana.

    Cuando se privatizó recuerdo que no quedó ninguno de esos ladris y atendían unas chicas lindas y serviciales.

    La combinación peronista de empresas del estado y sindicatos que hacen lo que quieren es casi sinónimo de corrupción y servicios pésimos.

    ReplyDelete

Note: Only a member of this blog may post a comment.