Las historia sucedió hace mucho tiempo, a mediados de los años ochenta, en Nicaragua.
Estaba el entonces presidente de ese país, Daniel Ortega, de gira por una de las provincias. Hubo un acto con palco y discurso. Luego el mandatario, bastante popular todavía, se acercó a hablar con la gente en el llano.
Ya se sentía la incompetencia del Frente Sandinista para procurar prosperidad a la población y la vacuidad de las promesas y del mundo prometido cuando asumieron el poder, derrocando al déspota de Somoza.
Ortega hablaba, como todos los charlatanes marxistas, sobre un bienestar inexistente, sobre todas las construcciones meramente imaginarias del socialismo. Era todo una cháchara que contradecía la miseria en que realmente vivía la gente.
En eso se acerca una maestra del lugar, una mujer de mediana edad, más bien joven y le increpa:
- Presidente Ortega, cuando usted asumió prometió "dignidad y porotos". Yo ya tengo mi dignidad, ahora quiero mis porotos(*).
(*) No le decían porotos en Nicaragua, tampoco frijoles, es una palabra que hace años olvidé.
Me acuerdo de la rabieta de la progresía nacional y popular cuando Ortega perdió con Violeta Chamorro en las primeras elecciones libres de Nicaragua.
ReplyDeleteMis tios se fueron a probar suerte a Venezuela a fines de los 70, y mis primos volvieron hablando de unos porotos negros llamados caraotas.
ReplyDeletePor lo menos el FSLN tenía a "la contra" y las dictaduras centroamericanas, más la nada solapada intervención yanqui (y argentina, je!) para echarles la culpa de sus propios desastres económicos...
ReplyDeleteHoy, Chávez, Correa, Ortega bis, Morales y la de acá... ¿de qué se agarran???
HABICHUELAS, AHORA SI!!!
ReplyDelete