Jan 10, 2012

Lectores nuevos, post antiguos





Como tenemos muchos lectores y cobloggers nuevos pienso que, tal vez, puede resultarles interesante leer algunos post antiguos y decidí comenzar con el primero que publiqué en EOC y que el amigo Blogovido denominó Tales of Harare. Espero que les guste.

SEP 22, 2008

Tales of Harare: Spider Man

Gracias a la invitación que me formularon los Opinadores, tengo la ocasión de contarles algunos relatos o anécdotas verídicas. Recuerden que estos reflejan el punto de vista de un porteño criado en un departamento, con mucho asfalto y poca naturaleza. Ya que empecé con Zimbabwe, les contaré algo más de mis primeras experiencias en Harare.

Estaba previsto que mi familia llegase un mes después que yo. En el aeropuerto me esperaba el tipo al que yo iba a reemplazar quien, amablemente, me llevó hasta casa y se volvió al aeropuerto para irse. La casa era muy grande y cómoda. El personal de servicio (ama de llaves, cocinero, chofer, dos mucamas y jardinero) me esperaba formadito en fila en la puerta de la casa. Me fui presentando a cada uno y todos me respondían diciendo: “How do you do, Master”. ¡¡¡CASI ME DOY VUELTA A VER A QUIÉN LE DECÍAN MASTER!! Me mostraron un poco la casa y, a las 9 de la noche, luego de preguntarme a qué hora me tenían que despertar, se retiraron ya que, siguiendo la costumbre inglesa en África, vivían en una casa aparte dentro del predio.

Me puse a chusmear un poco el lugar donde viviríamos y observé algo que me llamó la atención. Todas las habitaciones tenían, en la parte superior de las paredes que daban al exterior, una serie de orificios circulares que ocupaban una superficie de 40 cm de largo por 30 cm de ancho. No había visto nunca ese tipo de sistema de ventilación, aunque más tarde supe que era absolutamente habitual en las casas de las colonias inglesas en África.

Cansado por el largo viaje, me fui a dormir. A eso de las 4,00 Hs. de la mañana, acuciado por la fisiología, me desperté y prendí la luz. Entonces me pegué el primero de los muchos sustos que pasé en Zimbabwe. En la pared había una araña oscura, grande como un puño, a menos de un metro de mi cabeza. Salté de la cama y corrí hacia la planta baja para ver si podía encontrar una escoba o una escopeta con la que dar un justo final a la miserable que había invadido mi territorio. Prendí la luz del hall de distribución que daba a los otros dormitorios y a la escalera y ¡¡¡HORROR!!! vi varias arañas más en las paredes bloqueando mi paso. Ya habrán podido deducir por mi relato que no soy precisamente Rambo.

Dado que soy de esas personas que hacen actos absurdos motivados por el cagazo, en lugar de pasar frente a las arañas rápidamente lo que hice fue pasar la baranda y ¡¡Descolgarme por la escalera a riesgo de romperme una pierna o algo peor!! Afortunadamente, la adrenalina me ayudó y fui hasta la cocina donde encontré escobas y hasta un machete. Fui liquidando los repugnantes arácnidos entre exclamaciones (mías, no de las arañas) de ¡Agh¡, ¡Ugh! ¡Morite de una vez, hija de puta! hasta que no quedó ninguna. Todo esto, que se relata fácil, no describe la velocidad y agilidad de las turras para esquivar mis escobazos ni el laburo que me costó liquidarlas.

Como soy observador, en mi febril búsqueda de una escoba había detectado que también había varias lagartijas de unos 20 cm. de largo. Dado que esa clase de reptiles no me mueven un pelo, ni me preocupé por ellas. Entonces me di cuenta de que los bichos habían entrado por los orificios de las paredes, si bien no podía determinar en qué orden lo habían hecho, si primero las lagartijas y luego las arañas o al revés. En el botiquín del baño encontré algodón y tapé con él los agujeros de mi cuarto y me encerré a esperar que llegase la mañana. No pegué un ojo. Revisé las cortinas de los grandes ventanales, miré debajo de la cama, adentro de los placards, atrás de los sanitarios del baño moviéndome con los gestos bruscos de los polis de las series americanas cuando van, pistola en mano, buscando a un asesino oculto en una habitación. En lugar de pistola, claro, yo blandía una escoba recortada de calibre “te reviento”.

Cabe aclarar que, si bien no tengo nada contra la fauna, no me gusta que viva conmigo en mi casa y, sobre todo, si se mueve por las paredes. Me encantan los perros, pero no me gustaría ver uno correteando por los muros.

Llegada la mañana, le pedí a las mucamas que tapasen todos los agujeros de las paredes exceptuando puertas y ventanas, pese a sus explicaciones de que esas arañas eran inofensivas. Les ordené que los tapasen igual ya que sabía que mi mujer no duraría ni un minuto (ni yo tampoco) en una casa con semejantes bichos.

A los pocos días de llegar, fui invitado a cenar a la casa de Carlos A. Recordarán bien a Carlos porque les conté una parte de su aventurera vida en un comentario anterior. Aprovecho para señalar que difícilmente podré volver a contar una historia como esa, Carlos A. existe solamente uno.

Esa noche en su casa, vi que en una pared del living había una araña como las que había matado. Preocupado, se la señalé y Carlos me dijo que eran inofensivas, nada agresivas y que se llamaban “flat wall spiders”. Un nombre curioso, pensé, pero bastante descriptivo porque eran bastante chatas y estaban en la pared. Cuando él se acercó y le tocó una pata, la araña simplemente se movió un par de centímetros y se quedó tranquilita, la volvió a tocar y el bicho se alejó unos cuantos centímetros más. Carlos, quien gusta de repetir los ejemplos, la tocó again y el bicho se cansó y demostró que su nombre, si bien descriptivo, no era suficientemente abarcativo dado que, con la velocidad que yo tan bien conocía, pasó a ser una flat wall AND CEILING spider, situándose en el cielorraso.

Todo este toqueteo propio de un aracnófilo me había ido produciendo cierta inquietud que, me temo, se veía en mi creciente cara de asco. Entones, Carlos me explicó que, como Harare está situada a casi 1.500 m. sobre el nivel del mar, no había moscas ni mosquitos, pero por el clima seco abundaban estas arañas. Si no hay moscas, ¿de qué corno se alimentan entonces?, le pregunté ansioso. Me contestó que no lo sabía porque no se quedaba a verlas comer, aunque suponía que de otros insectos...

Para no hacerla muy larga, les diré que me tuve que ir acostumbrando a ver arañas en las paredes y en los cielorrasos de las casas porque nadie les tenía ni miedo ni asco y no les prestaban atención alguna. Reconozco que era mejor tener esas arañas que moscas y mosquitos en las casas. Las flat wall no revolotean alrededor de uno y tampoco te hacen ¡BZZZZZ! cuando estás tratando de dormirte, de hecho son muy silenciosas.
Sin embargo, no claudiqué respecto a mi casa y mantuve los orificios de ventilación tapados y me cargué cuanta araña logró entrar. Carlos siempre se burló de mí por este tema, pero jamás logró convencerme de que tocase una por muy tranquila que pareciera.

En Argentina nos habían contado que, en Zimbabwe, era frecuente que algunos animales salvajes entrasen en los jardines de las casas como perico por su casa. Nos dijeron que normalmente se trataba de antílopes o cebras, pero nos preocupaba que, atrás de ellos, viniesen los leones o los leopardos. Por eso, había sido un alivio ver que el perímetro de la casa estaba rodeado por un muro de cemento de 2,5 m. de altura con alambre de púa en la parte superior, lo que descartaba el ingreso de antílopes y cebras y, por ende, de los grandes felinos.

Con el tiempo fuimos conociendo gente que vivía en los alrededores de Harare y cuyas casas tenían los jardines sin muros y, ahí sí, vimos antílopes y cebras y hasta algún warthog pasar corriendo con la cola parada. ¡Era fantástico estar sentado en un living charlando tranquilamente y, al mirar hacia el jardín, ver impalas y cebras pastando o echados a la sombra de un mopani!

El único problema de un jardín así es que, si bien los leones y leopardos no se acercan a zonas muy pobladas, sí lo hacen algunas víboras como la Cobra Egipcia por lo que resulta altamente recomendable mantener el césped bien cortado. Con esto no evitarás al 100% que entre una Cobra, pero por lo menos la vas a poder ver para esquivarla. Es preferible no pisarlas ya que a las Cobras les jode bastante que uno las pise.

Es indudable que tiene su encanto vivir en una casa en contacto con la naturaleza, pero en África este contacto a veces me pareció un tanto exagerado. Tal era el caso de un médico argentino del Hospital del Hwange National Park, en cuyo jardín doméstico más de una vez pasaban no sólo antílopes, cebras y jirafas sino también algún búfalo y hasta grupitos de dos o tres jóvenes elefantes machos con los consiguientes perjuicios para el cuidado del césped y de los árboles. Pero esta es otra historia.

19 comments:

  1. Recuerdo haberlo leído en su momento, apenas empecé a relojear el blog.
    La verdad que es un verdadero lujo estar compartiendo apenas algunos párrafos con estos cobloggers.

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  2. Se agradece la parte que me toca en esta amable, por lo menos en mi caso, exageración tuya, Alec.

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  3. Que buen relato!
    Muchas gracias. Comparto el asco por las aranas. Yo nunca me acostumbraria.

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  4. jajaja!, buenisimo, me encanto el relato, gracias.

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  5. Muy bueno, Enmascarado, como siempre.

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  6. Master, un lujo, me hace acordar a los recuerdos de chico cuando leia las aventuras de Livingstone y Stanley.

    Las bungavillas y los rododendros.

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  7. Siempre recuerdo esas arañas. Las sigo buscando en Youtube sin éxito.

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  8. Blogo, transcribo lo que encontré ahora en Internet sobre estas arañas:

    "Wall Crab Spiders, from the family Selenopidae, are common in houses, especially in the eastern regions of South Africa. They are also known as Flatties. They have flat bodies and legs that are spread out like a crab. They have long spines on the legs possibly for sensing movement. They are extremely agile and can move very fast when either hunting or if they are disturbed."

    Encontré muchas fotos de estos bichos, en YouTube solamente hay wall spiders, pero de otra familia aunque me resultan igualmente desagradables.

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  9. Isidro BV, Andy, Rodrigo, Hegeliano y Louis, gracias a Uds. por sus comentarios, me alegra que les haya gustado.

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  10. Buenísima crónica Enmascarado.
    Supongo que tampoco soportaría arañas.
    Por otro lado, los especímenes de fauna local argenta que se acercan a las casas son mucho más peligrosos.

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  11. Me encantó!!

    El Enmascarado) es el Alan Quatermain de El Opinador !!!

    H. Rider Haggard fue uno de mis autores favoritos de mi adolescencia.
    En casa de mi mamá están todavía esos libritos que de chica me devoraba soñando ser Ayesha...

    Hasta que el destino quiso que más bien me pareciera a Gagool... Jaja!

    Saludos, Don.

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  12. Indiana Jones y Jumanji un frijol! Estará por abrir su propio blog, el Enmascarado?

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  13. Depre, muchísimas gracias.

    Fiura: creía que Ud. ya lo había leído en el 2008. Me alegra mucho que le haya gustado, pero lamento informarle que de Alan Quattermain tengo poco y seguramente Ud. no se parece a Gagool que era un mal bicho y hombre...

    Debe haber leído a Salgari y yo soy más bien parecido a Yáñez ya que uso bigote y fumo como él...
    Ahí se acaba el parecido.

    Valeria, Ud. fue la que me inspiró la idea de volver a contar estas historias.

    Hizo un comentario que me hizo darme cuenta que muchos lectores y cobloggers son nuevos (en el blog) y no conocen mis posts antiguos en los que predominaba el intentar contar anécdotas, con humor, sobre algunos lugares raros donde he vivido. Y Zimbabwe fue el más exótico de todos.

    Me dí cuenta, además, que la mayoría de los lectores, e incluso cobloggers recientes, han conocido a través de mis últimos post y comentarios una faceta desagradable mía: la de discutidor y autotitulado corrector de ortografía ajena.

    Prefiero que conozcan más otro aspecto de mi como es el de contador de historias.

    Gracias a todos por sus amables comentarios.

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  14. No se vaya a su blog propio, Enmascarado, usted enaltece a éste con su presencia.

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  15. Don, es muy probable que lo haya leído por aquel entonces. Y que lo haya comentado, inclusive.
    Pero el... Parkinson era? Viejo, cómo se llama eso que tiene la abuela de la vecina que hace que se olvide de todo??? Ah... Alzheimer!!
    Bueno, eso está haciendo estragos con mi... Ah sí, intestino... Terrible!

    Le conté que el otro día me caí de la silla hamaca...???

    En qué estábamos? Ah, sí!
    Gagool... Por lo que yo sé era una vieja horrible y mala, una bruja, de "Las Minas del Rey Salomón".
    Ahora, si Usted tiene la posta de que era un tipo y se disfrazaba -para estar cerca de las Minas, tal vez, jeje- podemos dar cuenta de que los travestis existieron hasta en los viejos libros de aventuras.

    Un saludo cordial,

    Gagool
    Oops! Fiura

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  16. Fiura, tiene Ud. razón. Gagool era una vieja horrible y mala. Ud. no lo es decididamente.

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  17. Enmascarado, muy bueno!

    Gagool! Ignosi, Bougwan, Macumazahn! Que buenos recuerdos!

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  18. Gracias, Massa. Vos debés tener historias interesantes del Asia y de Europa. Animate y contalas.

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