caballo de Troya para la centralización socialista de Europa:
J.R. (como el malvado de Dallas) Rallo comentando el nuevo libro de Philipp Bagus ("El Rallo alemán"): La tragedia del Euro.
Interesante el artículo y el libro también.
(...) según relata el profesor Philipp Bagus en este libro, la moneda única fue, en realidad, un mecanismo de la manirrota periferia europea –y muy en especial de Francia– para someter y doblegar la ortodoxia monetaria, presupuestaria y reformista de Alemania. Hasta la implantación del euro, siempre que un banco central expandía excesivamente el crédito, su divisa se depreciaba, los precios internos de su economía se disparaban y sus tipos de interés terminaban reputando con mayor o menor rapidez.
La depreciación de las divisas más inflacionistas con respecto al rigurosamente gestionado marco alemán ponía de manifiesto que los políticos y los banqueros centrales de los países afectados estaban abusando del crédito barato a costa de la población de los mismos. Sin embargo, la extensión de la moneda única permitió enmascarar este fenómeno: se podía aumentar notablemente el crédito en algunas regiones sin que saltaran las alarmas de la economía, pues la divisa común no experimentaba pérdida de valor. Esta expansión coordinada del crédito incrementó el potencial inflacionista de los países con menor credibilidad de toda Europa –España, Grecia, Irlanda, Portugal o Italia–, lo que permite suponer que éstos nunca hubiesen sido capaces de aumentar su consumo, su inversión o su gasto público con cargo a la deuda tanto como lo hicieron durante esos años.
(...)
En cierto modo resulta inevitable que el profesor Bagus se oponga a la moneda única y postule una restitución de las divisas nacionales. Una propuesta que uno puede entender, viniendo de un alemán que conoce de primera mano el funcionamiento de la periferia europea, pero que difícilmente puede compartir. No porque le ilusione la situación actual, sino porque le aterroriza un mundo donde los papandreus, berlusconis, zapateros y rajoys de turno tuviesen las manos completamente libres para depreciar la divisa y monetizar sus déficits públicos. El euro, en realidad, no fue una mala idea; al contrario, era una magnífica propuesta dentro del muy deficiente marco de papel moneda que padecemos. Pero estaba pésimamente configurado.
Si en cierto modo la moneda única ha fracasado no ha sido porque Europa necesite tropecientas monedas nacionales sometidas a la discrecionalidad inflacionista del sanedrín político de turno, sino porque el Banco Central Europeo, encargado de gestionar la divisa común, se terminó convirtiendo en el basurero de última instancia en el que los distintos Gobiernos y bancos europeos –con independencia de su solvencia, liquidez y rigor– podían obtener financiación. Grecia o Portugal deberían haber entrado en el euro, sí, pero sus Gobiernos y sus bancos hiperendeudados nunca deberían haber accedido a la ventanilla de descuento del BCE.
Y una entrevista en radio:
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