Horacio Vázquez-Rial sobre el libro de Camille Paglia.
Un muy buen artículo para un libro excelente, aunque prácticamente inconseguible, de una provocadora autora:
"La naturaleza es fascista", dice Camille Paglia en Sexual Personae, es decir, las personas del sexo. El segundo título o subtítulo de la obra es "Arte y decadencia desde Nefertiti a Emily Dickinson". Es una osadía, pero ella puede permitírselo.
El libro hizo mucho ruido cuando se publicó en inglés, en 1990. (...) Finalmente lo publicó una editorial pequeña, Valdemar, hace apenas seis años, en 2006, cuando el ruido ya había pasado.
Paglia es una de las pensadoras más importantes del siglo XX. Lesbiana y antifeminista, discípula de Harold Bloom, el señor del canon. Y ella establece su propio canon, pero no para historiar la literatura, sino para historiar a través de la literatura y el arte la gran lucha del hombre para situarse por encima de la naturaleza —la cultura es la guerra contra la naturaleza—, incluidas en el término la naturaleza exterior y la interior, las pulsiones, la tendencia al atraso, el reaccionarismo, el cerebro primitivo incontrolado y tal vez incontrolable.
El amor occidental es un desplazamiento de realidades cósmicas. Es un mecanismo de defensa que trata de racionalizar unas fuerzas incontroladas e incontrolables. Como la religión primitiva, es un mecanismo que nos permite dominar nuestro miedo original", escribe Paglia, quien siempre se refiere a la civilización occidental. "El nombre y la persona forman parte de la búsqueda occidental de la forma. Occidente insiste en la identidad discreta de los objetos. Nombrar es conocer; conocer es controlar. Pretendo demostrar que la grandeza de Occidente procede de esta certeza ilusoria. Las culturas orientales jamás se han enfrentado a la naturaleza de esa forma. Su norma es la obediencia, no la confrontación. La meditación budista persigue la unidad y la armonía de la realidad".
El occidental conoce por la vista. Las relaciones perceptivas constituyen el meollo de nuestra cultura y de ellas procede nuestra titánica contribución al arte. Paseando por la naturaleza, vemos, identificamos, nombramos, reconocemos. (...) Decimos que la naturaleza es hermosa. Pero este juicio estético, que no han compartido todos los pueblos, es otra barrera defensiva, deplorablemente inadecuada para abarcar la totalidad de la naturaleza. Lo hermoso de la naturaleza es la fina piel del globo sobre el que nos apiñamos. Basta con rascar esa piel para que aparezca la fealdad demónica de la naturaleza.
"Nuestra concentración en lo hermoso es una estrategia apolínea. (...) Lo que Occidente reprime en su visión de la naturaleza es lo telúrico, lo ctónico (...) Se trata de la realidad ctónica que Apolo elude, el ciego bregar de las fuerzas subterráneas, la larga y lenta succión, las tinieblas y el cieno. Es la brutalidad deshumanizadora de la biología y de la geología, los despojos y las sangrientas matanzas darwinianas, la mugre y la podredumbre que hemos de apartar de nuestra conciencia para poder mantener nuestra identidad apolínea como personas. La ciencia y la estética occidentales son intentos de modificar imaginativamente este horror para darle una forma aceptable"; pero en última instancia "el fascismo de la naturaleza es mayor que el de cualquier sociedad" porque "a la naturaleza sólo le importan las especies, no los individuos".
No hay que recomendar este libro. Basta con una cuantas citas como las que acabo de traer a esta página para despertar el deseo de leer más. Es desafiante e incómoda la inteligencia de Paglia, pero a la vez es enormemente seductora porque en las primeras líneas te das cuenta de que nadie más piensa así, de que es pensamiento independiente puro y duro. Da miedo y atrae porque la construcción –posible– de un pensamiento independiente da miedo y atrae: supone renuncias a mitologías muy protectoras, a la vez que supone una adquisición de libertad enorme. ¿Pero quién quiere tanta libertad? ¿Para qué, si así estamos bien, es decir, estamos bien si mantenemos a raya el miedo? ¿Pero y si resulta que la libertad aniquila el miedo? El miedo a la libertad pertenece al tóxico cerebro primitivo. Somos seres más humanos si nos enfrentamos a esa tara, si nos enfrentamos a la naturaleza. Somos seres más humanos en la civilización, que avanza a trancas y barrancas porque no todas las generaciones producen genios. Los genios son el fruto triunfal del pensamiento independiente, de la libertad absoluta para dominar como mejor se estime a la naturaleza. Cajal estudiando el sistema nervioso o Einstein proclamando sin ambages la teoría general de la relatividad por mucho que cuestionara al genio precedente, Newton.
Lo anoto para mi lista de lectura.
ReplyDeleteAvise si lo consigue en formato prestable.
DeleteLo busqué por la web y en argentina sólo hay un ejemplar usado, en inglés, a un precio "esorbitante".
Lo voy a buscar más en detalle en idioma original, DF. Le aviso.
Delete¡'chas gracias!
DeleteExpresado académicamente: ‘la naturaleza es una mierda’. Es una frase que siempre repito y con la que nos reímos con mi mujer, que sabe a qué me refiero, ya que coincido plenamente con el enfoque del libro; la cultura es una trabajosa construcción contra la naturaleza. Cuanto más primitiva y subordinada a la naturaleza es una sociedad, más fascista es.
ReplyDeletePor eso algunas veces me ha gustado bucear en las poblaciones más primitivas que habitaron el territorio argento para rastrear las características particulares de las costumbres y de los mitos que todavía sobreviven en los argentos de hoy y que a mi entender explican muchas de las taras actuales, un componente del patchwork de culturas argentinas que no siempre encuentro en los análisis sociológicos, más allá de la repetida referencia a las inmigraciones europeas, que sólo fueron mayoritarias en un relativamente corto período de tiempo (coincidentes por otra parte y para irritación de la progresía, con el período de mayor esplendor del país).
No recuerdo ahora quién fue que lo dijo: “Este país se fundó contra el indio”. Gracias a ello. Sino, no hubiera sido posible. Civilización o barbarie. Cultura o naturaleza.
“¡Alambren, no sean bárbaros!” les decía Sarmiento a los estancieros.
Gus VF
Buena parte del problema argentino se debe al caudillismo y eso se debe tanto a la herencia cultural española (la historia española está llena de Hombres Fuertes e instituciones débiles y en América colonial, más aún) como a la del Cacique que mandaba a su tribu. El Cacique indio siempre era el mejor cazador y guerrero.
DeleteQue yo sepa, pero no soy experto en indios, no ha habido tribus en el Río de la Plata y adyacencias que fuesen "democráticas" o gobernadas por "Consejos de Ancianos", como en otras comunidades indígenas de Asia u Oceanía. Siempre hubo caciques y la gente los obedecía.
La Naturaleza es la supervivencia del más fuerte y de su capacidad de alimentar a su familia, luego a su clan y después a su tribu entera, todo lo demás son construcciones culturales, como bien sabe la antropología desde hace años.
Gus:
DeleteLea a Martínez Estrada. Yo creo que tiene razón cuando dice que el problema es más bien el gaucho. Aunque el problema es mucho más complejo, "Radiografía de La Pampa" lo describe bien.
Y no se la agarre tanto con el indio occidental originario -el indio oriental es otra cosa-, que ni es indio, ni es occidental, ni es originario. Y es una minoría que no corta ni pincha.
Cuando los historietistas actuales atacan la Campaña del Desierto, el enfoque tácito es que la Patagonia estaba poblada de indios hippies pacifistas -y con títulos de propiedad- a los que Roca y el ejército arrasaron.
DeleteAl mismo tiempo se omite que ya los colonos que se establecían apenas en Buenos Aires -bastante lejos de la patagonia por cierto- eran atacados por malones constantemente.
La Patagonia está actualmente poblada de indios hippies pacifistas y con títulos de propiedad.
DeleteMire Don Friman, veré si tengo tiempo y desempolvo el viejo "Radiografía..." que estará durmiendo desde que lo leí en mi época de la secundaria. Yo era otro, pero por algo lo olvidé, recuerdo que era un libro muy bien escrito aunque con una prosa un tanto engolada; algunas cosas sueltas que después leí de M. Estrada me resultaron bastante ambiguas cuando no contradictorias, como lo fueron su propio pensamiento y vida, que terminó en Cuba alabando a Castro, denostando al liberalismo, a la civilización, llamando “holocausto” a la Conquista del Desierto y justificando al peronismo. Vaffangulus. Como obra temprana que fue, y por la sugerencia suya, igual creo que le pegaré otra vez una ojeada a ese libro a ver qué pasa.
DeleteY no crea que ando juntando Remingtons para organizar la Segunda Conquista del Desierto, que si una expedición habría que hacer sería en todo caso para ayudarlos y mestizarlos (aunque no creo que se dejen), no me intuya o deduzca cosas… de las que no dije. Es cierto que hoy no cortan ni pinchan y a lo más que pueden aspirar los pobres es a convertirse en “indios profesionales” para turismo for export, pero… la impronta, la red simbólica imaginaria, la influencia de sus atávicos paradigmas míticos, es mi convicción que siguen anidados en la sociedad actual. No hay que olvidar que el último malón ocurrió en 1918. Que el recuerdo de los pueblos arrasados por estos bárbaros de distintas tribus todavía está vivo, sobre todo en la Pcia.Bs.As. El tema es larguísimo, pero le recomiendo leer las últimas páginas del capítulo III del “Soy Roca” de Félix Luna, parece la descripción exacta de la corrupta relación que tiene actualmente el gobierno con las hordas de hoy.
Ya cité en otros comentarios el jodido primitivismo del mito guaraní de la “Tierra sin Mal” (esto es: un lugar en la tierra que no debe ser cultivada, donde se vive despojado de todo orden social, sin ninguna norma ni aseo, rompiendo con toda relación de parentesco, incluyendo el incesto… volver a ser como los animalitos, vio?). Un ideal a-cultural profesado por las tribus que dieron origen, en el primer encuentro con los españoles, al gaucho.
Y para conectar esa herencia con el origen e identidad en el surgimiento del peronismo, lo tenemos como casi desconocido ejemplo a Jacques de Mahieu, francés colaboracionista nazi del régimen de Vichy, partícipe de las Waffen-SS, que refugiado en la Argentina por Perón entre otros tantísimos nazis, fue uno de los ideólogos e “intelectuales” que redactó la Constitución de 1949, y que en los ’60 fue mentor de los Tacuara primero, y de los “jóvenes idealistas” Montoneros, FAP y ERP después. Este buen señor, en fin, que se decía gran antropólogo y que actualmente tiene dedicados varios sitios web, para justificar sus teorías racistas aplicadas a América del Sur, sostenía que los vikingos habían habitado América muchísimo antes que Colón y que los guaraníes eran descendientes de arios. No le cuento más: guglée ‘Jacques de Mahieu’, si quiere conocerlo. Un peronista muy influyente, oculto hoy por ser un impresentable nazi.
Y le insisto, mi estimadísimo DF, no me la agarro con los cinco pobres pelagatos que quedan autóctonos de aquellas tribus, me la agarro con la parte de la herencia “cultural” viva que les corresponde en la mezcla con el español, que es insoslayable, y que si en todo caso es hoy día reconocida, lo es sólo por parte del progresismo atrasista que ve en esos detritus primarios el numen del “volver a la naturaleza”… fascista, como bien plantea el libro de Paglia.
Saludos,
Gus VF
Muy interesante comentario, Gus VF. No sabía nada de ése Mahieu.
DeleteTanto para leer, tan poco tiempo... por suerte abundan últimamente vuestros comentarios, caballeros, y yo voy tomando nota, para ponerme a tiro algún dia.
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