Muy rica la comida, más de mil personas.
Habían varias autoridades provinciales y municipales: la ex diputada y ministra de la inmigración, de 70 y pico de años; el intendente de la ciudad con su esposa; varios diputados provinciales; la esposa del Primer Ministro; y candidatos del distrito a las elecciones.
No vi ni un solo policía. Sospecho que un señor joven de un metro noventa, de traje oscuro que seguía discretamente a la ex ministra era un agente de la SQ (la policía provincial) asignado de custodia.
Lo de los candidatos es muy interesante desde una perspectiva nacional y popular: la del Partido Liberal de Québec se paró en la entrada al salón con su marido al lado y saludaba – mano y/o beso - a todos los que iban entrando mientras se presentaba.
Más tarde llegó el candidato del distrito del Partido Quebecuá, de bermuda y remera, con el hijo, y se paseó por las meses saludando a la gente. El tipo saludaba y el hijo entregaba tarjetitas con los datos para que lo voten.
Nada más, todo muy discreto, sin barra brava, cotillón, carteles, pasacalles ni gente transportada como ganado para hacer bulto.
Qué envidia que me da, por favor.
Le falta "mística".
ReplyDeleteMe animo a decirte: nada de envidia, como si se tratara de algo ajeno a vos, mi querido Louis; ésa es la verdadera patria que supiste conseguir y merecer. Te felicito!
ReplyDeleteSin dudas me siento mucho más en casa acá que en Argentina.
DeleteUno es hijo de sus padres, y todo bien hasta que conocés a tu pareja para construir tu propia vida. Con el lugar en el que uno nace es parecido: a la patria, si es necesario, hay que elegirla.
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