Es común que un grupo de amigos se reúnan regularmente en las denominadas "peñas". Una peña es un asado; una salida a comer; una jornada de pesca o cualquier otra juntada como excusa para reunirse entre amistades. En algunos casos que conozco, las peñas ya tienen unos 15/20 años de vigencia, con muy pocas postergaciones en su historial. Arrancan desde el final de la secundaria, y hoy los cincuentones o mayores se siguen encontrando como siempre, hasta que la parca se toma el derecho de admisión demasiado seriamente.
En las peñas, los miembros miran a la vida desde distintos vértices y la han experimentado con distinta suerte. Hasta se han formado sociedades, negocios o emprendimientos, lo que uno ni se imagina.
Detrás de ello, hay variadas concepciones políticas y filosóficas; hay peronistas, radicales, socialistas, pro-milicos; los hay de River, de Boca, de Colón, de Unión...y así, todos congregados en torno a la motivación que tienen por juntarse y pasar el rato, una vez a la semana o al mes.
En las peñas se divierte, se discute, se conversa, se conoce, se compone, se respeta. Churrasqueando, pasamos de Alberdi a Tinelli; de Umberto Eco al Pastor Giménez; todos tienen lugar. Hay blanco, negro, gris, o nada; pero a esta altura, entre todos sabemos que más allá de lo variopinto, hay una cofradía hecha de hermanos chimbos, de amigos.
Desde hace un tiempo a esta parte, algo cambió. Lazos enhebrados durante años comenzaron a aflojarse; a desatarse. Ahora, cada vez que se habla de política, el ámbito adquiere una densidad enrarecida; los pareceres, las chanzas o cargadas van dejando paso a las ironías, a frases o sentencias lanzadas como tiros, sin importar si pegan en algo o en alguien, o rebotan en otro lado.
Uno reconoce, hasta en la fonética, la naturaleza y la procedencia de esos dichos. Escupidas por tipos que de pronto parecen haber emergido como mutantes de quien sabe que caparazón, para abrazar una causa que años antes no hubiese sido consecuente ni con su propia sombra; ahora, son verdades o paradigmas absolutos, y no importa cuan lejos o cerca estés de ellos. Si no aprobás el pensamiento, fuiste.
Se han convertido al kirchnerismo, y mal.
Aún así, uno ha intentado que la peña esté más allá de esto. Que las discusiones y diatribas no pasen de un par de puteadas, o apostarse un vinito.
Pero no, lamentablemente, algunos amigos dejaron de serlo, desde el mismo momento en que el grupo ha hecho un esfuerzo por intentar erradicar este fundamentalismo argento. Se han ido, inclusive, creyendo que abandonaban a una nave cargada de fracasados y gorilas. Sí, gorilas.
Algunas de las peñas se han disuelto por ello. Amistades de años, padrinazgos, garantes, salidas de vacaciones en patota y vínculos interfamiliares han quedado lastimadas para siempre. Ni siquiera el inocente intento de mediación de esposas e hijos ha valido la pena; en parte, porque el fanatismo los ha impregnado virósicamente a ellos también. Se cortaron solos.
Me pregunto, como Louis, como se sale de todo esto...
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Francisco
(Viene de acá)
Bueno, acá con amigos solíamos y ahora solemos pero en menor número, juntarnos en asaditos o almuerzos de fin de semana.
ReplyDeletePodíamos hasta hace unos años discutir sobre el peronismo de perón, de fútbol, de economía, de viajes, de opiladies, deportes, vinos y de los detalles escabrosos de alguno que todavía le da por la parranda.
Luego, los planteos e ideologías que aparecieron a la hora de defender una forma de vida de privilegios incomoda y torna la reunión hacia una densidad irrespirable.
Por eso, y como cité, somos cada vez menos, o nos juntamos por otro lado, no invitamos a personajes problemáticos por su fanatismo.
Por otro lado, si bien la nostalgia de los viejos tiempo me conmueva, estas diferencias me han llevado a conocer gente nueva, tolerante y que si bien no comparte plenamente mis pensamientos, podemos discutir fuerte para luego juntos reírnos de nosotros mismos. También me ha llevado a conocer algunos aspectos de personas conocidas que antes ignoraba, ya sea para mal (los casos citados al principio) o para bien, aquellos con los que comparto cosas que antes no sabía que eran común.