Aug 24, 2012

JLB (1899-1986)



Hoy el viejo cumpliría años. Ciento trece.

Hubo alguna vez una Argentina elegante y bella que se perdió en un laberinto, que se hizo cada vez más pequeña en los reflejos sucesivos de dos espejos paralelos. Borges (su apellido es hoy adjetivo) estuvo en las primeras imágenes fantásticas de aquel país.

Vaya uno de los relatos de él que más me gustan (de los cortitos y al pie, claro)
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan complejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: “¡Oh, rey del tiempo y sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.”
Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con Aquél que no muere.

46 comments:

  1. Duele recordar la gente que imaginaba y construía otro país, ya imposible.

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    1. Después lo hicimos inspector de aves de corral.
      ¿No somos lo más?

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    3. Tal cuál, Depre. Eso se llama "solastalgia". Dolor por el decaimiento, la destrucción del lugar en donde uno continúa habitando.

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    4. No lo sabía, gracias, por lo menos ahora le ponemos un nombre al padecimiento que tenemos.

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  2. Me encantó la analogía de los espejos para explicar la Argentina.

    No regalo elogios así como así pero honestamente creo que el blog está teniendo un nivel muy bueno.

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    1. Eze, muchas gracias. Quería poner los tres leit-motiv del viejo, espejos, laberintos y tigres. Mientras pensaba cómo carajo encajar un tigre en lo que escribía, pensé que no hacemos más que parecernos a nosotros mismos, cada vez más, y cada vez más chicos. Pensando en espejos la analogía vino sola. Y dejé afuera al tigre, la puta madre.

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  3. Me permito discrepar. Hubo una Argentina un poco mejor que la actual. Pero nunca llegamos a tener una Argentina "elegante y bella". Eso es parte de la teoría decadentista del liberalismo argentino.
    Borges fue entonces un náufrago, una rara avis en un mundo donde abundaban los Irazusta, las Alfonsinas Storni, los Ricardo Rojas...

    No hay que confundirse, la utopía republicana siempre fue eso, una utopía

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    1. BlogBis, con todísimo respeto porque sé poco de historia, dos cosas.

      1. Borges fue una rara avis. Pero todos los genios son siempre raras avis, gente que rompe todos los moldes. Dicho esto, y tan excepcional como queramos ponerlo, JLB fue un producto de su lugar y de su tiempo. No se me ocurre que tiempos como estos de ahora pudieran engendrar a alguien como Borges. Creo que sí HUBO otra Argentina no "un poco" mejor sino mucho mejor, y con un futuro mucho mejor.

      2. Lo de "elegante y bella" fue romanticismo mío, un paralelo entre la obra de Borges y el país aquél. Digo romanticismo, pero con cierto fundamento real. Soy un tipo del interior, del sur. Vivo hace 5 años en Buenos Aires y por ahí pegaron ciertas cosas más de lo razonable. Lo que quiero decir es que acá se ve, se MIRA esa Argentina que se quedó momificada. Las construcciones más bellas, muchas de las cosas más bonitas que tiene la ciudad, fueron hechas en aquellos tiempos y yo camino ahí, aquí es donde laburo, todos los días dejo el auto a 10 cuadras y paso por la Recova con sus techos ahora desvencijados pero sus antiguos y bellísimos faroles de hierro fundido todavía colgando. Hoy abajo de las arcadas, de las ojivas, de los estucos destrozados, tenés pendejos mugrientos durmiendo en un colchón en la vereda, baldosas que escupen al pisarlas y afiches de La Cámpora. La otra vez un amigo profesor del colegio Raggio (otra maravilla de aquellos tiempos con otros futuros posibles) me llamó a la casa para que viera algo que había encontrado en una antigua biblioteca y que lo estaban mandando a restauración y no se iba a ver más. Eran los planos (perdidos) de detalles de terminación y decoración del teatro Colón. 1908. Con la rúbrica del mismísimo Meano. Juro, juro que no podía creer, viendo esos planos, que pudieran estar hechos a mano, era demasiada perfección junta. Tiempos en los que eso importaba, también. Qué se yo. Yo realmente creo que sí hicimos una bestial decadencia. Eramos potencia. "Rico como un argentino" era el dicho. Hoy somos objeto de estudio por esa decadencia inexplicable.

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    2. José Luis, estoy recurrente (debe ser la edad) e insisto. No hay que caer en la teoría decadentista que tanto ama la argentinidad.
      Para los rosistas no hubo país como el que se terminó en 1852
      Para los liberales no hubo país como el que se terminó en 1930
      Para los radicales... no los radicales nada porque no tienen ningún pasado bueno que recordar. Lo tienen a Alvear pero prefieren olvidárselo.
      Para los peronistas de Perón no hubo país como el que se termino en el 55
      Para el kakismo montonerista no hubo país como el que se teminó en los setenta
      Para los añoradores del militarismo no no hubo país como el que se teminó en el 83...

      En lo que valorás como un mundo bello, están los rasgos del mundo premoderno. Los planos de la Ópera de la Bastilla son una cagada si los comparás con los dibujos de Garnier. El Guggenheim de Bilbao parece una lata abollada si lo ponés al lado del Altes Museum de Schinkel. Lo mejor que tuvo ese país no estaba en los edificios. Y lo peor no está en los que escupen en la calle.
      Al fin y al cabo, volviendo a Borges deberiamos celebrar: Como Laprida lanceado, hemos encontrado nuestro destino sudamericano.

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    3. Insistamos que algo va a salir. Pregunto desde la "neofitud", y a ver si entiendo correctamente lo que ponés: ¿"destino" sudamericano? ¿Estás hablando de una especie de inevitabilidad histórica, como si fuéramos una tragedia de Sófocles en la que el destino de los personajes está fijado de antemano por la estructura de su carácter? ¿Sólo un deus-ex-machina puede sacarnos del quilombo porque si no estamos condenados? ¿No hay decisiones que, simplemente, tomamos para el orto; preferencias que, simplemente, son perniciosas y que vale la pena marcarlas para ver si somos rescatables (o siquiera viables)?

      Estoy de acuerdo en que en lo que valoro como un mundo bello -y ahora hablo de política y no de arquitectura- estaban los rasgos del mundo premoderno. Pero también estaban los rasgos del mundo moderno y del desarrollo. Hubo malas elecciones en el medio.

      Gracias por Garnier y Schinkel. Soy un animal, no conocía. Impresionante.

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    4. No existen otros Paraísos que los perdidos.

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    5. José Luis, la inevitabilidad histórica reside en lo fundacional.
      En sentido figurado es como el pecado original.
      Si la invasiones inglesas hubieran sido mejor preparadas, hoy estaríamos hablando de otros problemas y los All Blacks serían unos pichis.

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    6. José Luis, la frase "destino sudamericano" usado como inevitabilidad es de Borges. Véase Poema Conjetural.

      BTW, en una situación bellamente borgeana, el que mandó a lancear a Laprida era antepasado mío.

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    1. Te hubiera contestado que no merecía la deferencia de tu saludo.

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    1. La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.

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    2. El anhelo de haber sido algo.

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  6. Descanse en paz, maestro de maestros.

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  7. Louis, insisto. La Constitución del 53 es bellísima. Pero nunca estuvo en práctica realmente salvo -parcial y precariamente- en el experimento fallido de la Confederación Argentina, la del Litoral, la que tuvo capital en Paraná.
    Inmediatamente después de Pavón se convirtió en bella letra muerta, cuando Mitre y Buenos Aires sometieron a su voluntad a los estados provinciales.
    Y después de Puente de Alsina y Corrales Viejos, cuando el Estado Nacional sometió definitivamente a Buenos Aires, se acabó del todo.

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  8. Gracias por el recordatorio, JL. Yo agrego uno de sus relatos que más me gusta.

    Para que su horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por lo impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.

    Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.
    (Extraído de El Hacedor -1960-, de Jorge Luis Borges)

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    1. Gracias, Nico.
      Qué hijo de puta el viejo. Qué bueno que era.

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  9. Alguna vez -yo era muy joven, casi todavía un crío- supe compartir una tarde con un hombre, amable y sabio, llamado Jorge Luis Borges, en una ciudad sin nombre llamada Buenos Aires.

    Las gentes suelen hablar de ellos como si todavía durasen en el tiempo. Pero son imaginerías. Hay una inmensa tristeza en reconocerlo, pero lo sabemos: aquellos que supieron ser, ambos, ya no existen.

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    1. "What is a ghost?" Stephen said with tingling energy. "One who has faded into impalpability through death, through absence, through change of manners."

      James Joyce, Ulysses.

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  10. El bastón, las monedas, el llavero,
    la dócil cerradura, las tardías
    notas que no leerán los pocos días
    que me quedan, los naipes y el tablero,

    un libro y en sus páginas la ajada
    violeta, monumento de una tarde
    sin duda inolvidable y ya olvidada,
    el rojo espejo occidental en que arde

    una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
    láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
    nos sirven como tácitos esclavos,

    ciegas y extrañamente sigilosas!
    Durarán más allá de nuestro olvido;
    no sabrán nunca que nos hemos ido.

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    1. Esculpía con palabras el tipo.
      Pongo El Golem, que según propias palabras, eran sus versos que más le gustaban.

      Si (como afirma el griego en el Cratilo)
      el nombre es arquetipo de la cosa
      en las letras de 'rosa' está la rosa
      y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

      Y, hecho de consonantes y vocales,
      habrá un terrible Nombre, que la esencia
      cifre de Dios y que la Omnipotencia
      guarde en letras y sílabas cabales.

      Adán y las estrellas lo supieron
      en el Jardín. La herrumbre del pecado
      (dicen los cabalistas) lo ha borrado
      y las generaciones lo perdieron.

      Los artificios y el candor del hombre
      no tienen fin. Sabemos que hubo un día
      en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
      en las vigilias de la judería.

      No a la manera de otras que una vaga
      sombra insinúan en la vaga historia,
      aún está verde y viva la memoria
      de Judá León, que era rabino en Praga.

      Sediento de saber lo que Dios sabe,
      Judá León se dio a permutaciones
      de letras y a complejas variaciones
      y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

      la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
      sobre un muñeco que con torpes manos
      labró, para enseñarle los arcanos
      de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

      El simulacro alzó los soñolientos
      párpados y vio formas y colores
      que no entendió, perdidos en rumores
      y ensayó temerosos movimientos.

      Gradualmente se vio (como nosotros)
      aprisionado en esta red sonora
      de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
      Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

      (El cabalista que ofició de numen
      a la vasta criatura apodó Golem;
      estas verdades las refiere Scholem
      en un docto lugar de su volumen.)

      El rabí le explicaba el universo
      "esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga."
      y logró, al cabo de años, que el perverso
      barriera bien o mal la sinagoga.

      Tal vez hubo un error en la grafía
      o en la articulación del Sacro Nombre;
      a pesar de tan alta hechicería,
      no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

      Sus ojos, menos de hombre que de perro
      y harto menos de perro que de cosa,
      seguían al rabí por la dudosa
      penumbra de las piezas del encierro.

      Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
      ya que a su paso el gato del rabino
      se escondía. (Ese gato no está en Scholem
      pero, a través del tiempo, lo adivino.)

      Elevando a su Dios manos filiales,
      las devociones de su Dios copiaba
      o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
      en cóncavas zalemas orientales.

      El rabí lo miraba con ternura
      y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo)
      'pude engendrar este penoso hijo
      y la inacción dejé, que es la cordura?'

      '¿Por qué di en agregar a la infinita
      serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
      madeja que en lo eterno se devana,
      di otra causa, otro efecto y otra cuita?'

      En la hora de angustia y de luz vaga,
      en su Golem los ojos detenía.
      ¿Quién nos dirá las cosas que sentía
      Dios, al mirar a su rabino en Praga?

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  11. De lo mejor que ha producido la lengua castellana de todos los tiempos. Mi profesor marxista de filosofia en mi epoca de liceo lo odiaba, motivo suficiente como para interesarme en serio. Le negaron el Nobel y se lo dieron al posero de Garcia Marquez. Borges es una gloria para las letras; sus textos invitan repetidas lecturas y siempre asombran, deslumbran por la precision casi inhumana de cada palabra, como dicen que Mozart era para la musica. Si es que hay algo despues de esta vida, espero que don Jorge se encuentre, maravillado, en un jardin de senderos que no se bifurcan.
    SergioF

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    1. "precisión casi inhumana de cada palabra". Date por choreado.

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    2. Un honor que me choree Usted.
      SergioF

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  12. Yo, que no soy muy dado al verso, siempre me encuentro recordando éstas líneas:
    Dios mueve al jugador, y éste la pieza, qué dios detrás de Dios la trama empieza, de polvo, tiempo, sueños y agonía.

    Zumban las balas en la tarde última, hay viento, y hay cenizas en el viento...

    Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras,los astros y los hombres vuelven cíclicamente...

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  13. Hace bastante más de una década, me dediqué al osado juego musical de interpretar sólo instrumentalmente, sin utilizar sus palabras, textos de Borges (a quien le desagradaba, con muchísima razón, que musicalizaran sus versos). Así estuve cinco años leyendo y releyéndolo y a la vez tocando, hasta que algunas notas me resonaran afines a su obra, a modo de 'banda sonora' de una obra literaria. Eso lo plasmé (no sé con cuanta fortuna, como modestamente diría don Jorge Luis) en un disco que nunca fue editado y cuyo título no nombraré aquí para que no sea gugleado mi nombre... cuento esto no para hacerme el misterioso sino para comentarles hasta qué punto siento una proximidad íntima con él, con su personaje y su obra, que nunca dejan de habitarme. Gracias José Luis por el post.

    Feliz cumpleaños, Maestro!

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  14. Su voluntad recuerdo haber oido
    de sus labios nombrando su apellido:
    ni maestro, ni el viejo, ni Don Jorge
    Él quería ser llamado sólo Borges.
    (Este mi post no está a la altura de los anteriores, y pido disculpas, pero es rigurosamente cierto)

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    1. Tiene mucha razón Hugo, lo he olvidado y pequé de confianzudo. Y lo que menos le gustaba era que le dijeran 'Georgie', se ponía como loco, porque ése era el modo en que sólo los familiares más íntimos lo llamaban. Gracias por recordármelo.

      Y cuánto buen juicio hay en ello. Llamarle a una presidente "Cristina" o "Cris"...

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  15. Feliz cumple, idolo.

    "Nadie rebaje a lágrima o reproche
    esta declaración de la maestría
    de Dios, que con magnífica ironía
    me dio a la vez los libros y la noche".
    (Extracto, Poema de los dones)

    Yo ya lo dije, para mi la frase mas perfecta de la literatura castellana es esta, de Las Ruinas Circulares:
    "Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió". Cada vez que la leo, me estremezco.

    Me lei todas sus Obras Completas, y voy por la mitad de Borges de ABC, imperdible. Realmente recomendado.

    Muy bueno, JL!

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  16. Mucha gente en Suenos Aires tuvo la fortuna de poder ayudarlo a cruzar una calle o caminar unas cuadras a su lado. Para no hablar de los taxistas suertudos que alguna vez lo transportaron.

    Como me hubiera gustado verlo, aunque sea de lejos, aunque sea una vez.

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  17. En la noche del júbilo o en la jornada adversa
    exalta la alegría o mitiga el espanto.Soneto del Vino

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  18. I

    En su grave rincón, los jugadores
    rigen las lentas piezas. El tablero
    los demora hasta el alba en su severo
    ámbito en que se odian dos colores.

    Adentro irradian mágicos rigores
    las formas: torre homérica, ligero
    caballo, armada reina, rey postrero,
    oblicuo alfil y peones agresores.

    Cuando los jugadores se hayan ido,
    cuando el tiempo los haya consumido,
    ciertamente no habrá cesado el rito.

    En el Oriente se encendió esta guerra
    cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
    Como el otro, este juego es infinito.

    II

    Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
    reina, torre directa y peón ladino
    sobre lo negro y blanco del camino
    buscan y libran su batalla armada.

    No saben que la mano señalada
    del jugador gobierna su destino,
    no saben que un rigor adamantino
    sujeta su albedrío y su jornada.

    También el jugador es prisionero
    (la sentencia es de Omar) de otro tablero
    de negras noches y de blancos días.

    Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
    ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
    de polvo y tiempo y sueño y agonía?

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  19. Límites

    De estas calles que ahondan el poniente,
    una habrá (no sé cuál) que he recorrido
    ya por última vez, indiferente
    y sin adivinarlo, sometido

    a quien prefija omnipotente normas
    y una secreta y rígida medida
    a las sombras, los sueños y las formas
    que destejen y tejen esta vida.

    Si para todo hay término y hay tasa
    y última vez y nunca más y olvido
    ¿quién nos dirá de quién, en esta casa,
    sin saberlo, nos hemos despedido?

    Tras el cristal ya gris la noche cesa
    y del alto de libros que una trunca
    sombra dilata por la vaga mesa,
    alguno habrá que no leeremos nunca.

    Hay en el sur más de un portón gastado
    con sus jarrones de mampostería
    y tunas, que a mi paso está vedado
    como si fuera una litografía.

    Para siempre cerraste alguna puerta
    y hay un espejo que se aguarda en vano;
    la encrucijada te parece abierta
    y la vigila, cuadrifronte, Jano.

    Hay, entre todas tus memorias, una
    que se ha perdido irreparablemente;
    no te verán bajar a aquella fuente
    ni el blanco sol ni la amarilla luna.

    No volverá tu voz a lo que el persa
    dijo en su lengua de aves y de rosas,
    cuando el ocaso, ante la luz dispersa,
    quieras decir inolvidables cosas.

    ¿Y el incesante Ródano y el lago,
    todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
    Tan perdido estará como Cartago
    que con fuego y con sal borró el latino.

    Creo en el alba oír un atareado
    rumor de multitudes que se alejan;
    son lo que me han querido y olvidado;
    espacio y tiempo y Borges ya me dejan.

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  20. Soy leñador. El nombre no importa. La choza en que nací y en la que pronto habré de morir queda al borde del bosque. Del bosque dicen que se alarga hasta el mar que rodea toda la tierra y por el que andan casas de madera iguales a la mía. No sé; nunca lo he visto. Tampoco he visto el otro lado del bosque. Mi hermano mayor, cuando éramos chicos, me hizo jurar que entre los dos talaríamos todo el bosque hasta que no quedara un solo árbol. Mi hermano ha muerto y ahora es otra cosa la que busco y seguiré buscando. Hacia el poniente corre un riacho en el que sé pescar con la mano.

    En el bosque hay lobos, pero los lobos no me arredran y mi hacha nunca me fue infiel. No he llevado la cuenta de mis años. Sé que son muchos. Mis ojos ya no ven. En la aldea, a la que ya no voy porque me perdería, tengo fama de avaro pero ¿qué puede haber juntado un leñador del bosque?

    Cierro la puerta de mi casa con una piedra para que la nieve no entre. Una tarde oí pasos trabajosos y luego un golpe. Abrí y entró un desconocido. Era un hombre alto y viejo, envuelto en una manta raída. Le cruzaba la cara una cicatriz. Los años parecían haberle dado más autoridad que flaqueza, pero noté que le costaba andar sin el apoyo del bastón. Cambiamos unas palabras que no recuerdo. Al fin dijo:

    - No tengo hogar y duermo donde puedo. He recorrido toda Sajonia.

    Esas palabras convenían a su vejez. Mi padre siempre hablaba de Sajonia; ahora la gente dice Inglaterra.

    Yo tenía pan y pescado. No hablamos durante la comida. Empezó a llover. Con unos cueros le armé una yacija en el suelo de tierra, donde murió mi hermano. Al llegar la noche dormimos.

    Clareaba el día cuando salimos de la casa. La lluvia había cesado y la tierra estaba cubierta de nieve nueva. Se le cayó el bastón y me ordenó que lo levantara.

    - ¿Por qué he de obedecerte? - le dije.

    - Porque soy un rey - contestó.

    Lo creí loco. Recogí el bastón y se lo di.

    Habló con una voz distinta.

    - Soy rey de los Secgens. Muchas veces los llevé a la victoria en la dura batalla, pero en la hora del destino perdí mi reino. Mi nombre es Isern y soy de la estirpe de Odín.

    - Yo no venero a Odín - le contesté -. Yo venero a Cristo.

    Como si no me oyera continuó:

    - Ando por los caminos del destierro pero aún soy el rey porque tengo el disco. ¿Quieres verlo?

    Abrió la palma de la mano que era huesuda. No había nada en la mano. Estaba vacía. Fue sólo entonces que advertí que siempre la había tenido cerrada.

    Dijo, mirándome con fijeza:

    - Puedes tocarlo.

    Ya con algún recelo puse la punta de los dedos sobre la palma. Sentí una cosa fría y vi un brillo. La mano se cerró bruscamente. No dije nada. El otro continuó con paciencia como si hablara con un niño:

    - Es el disco de Odín. Tiene un solo lado. En la tierra no hay otra cosa que tenga un solo lado. Mientras esté en mi mano seré el rey.

    - ¿Es de oro? - le dije.

    - No sé. Es el disco de Odín y tiene un solo lado.

    Entonces yo sentí la codicia de poseer el disco. Si fuera mío, lo podría vender por una barra de oro y sería un rey.

    Le dije al vagabundo que aún odio:

    - En la choza tengo escondido un cofre de monedas. Son de oro y brillan como el hacha. Si me das el disco de Odín, yo te doy el cofre.

    Dijo tercamente:

    - No quiero.

    - Entonces - dije - puedes proseguir tu camino.

    Me dio la espalda. Un hachazo en la nuca bastó y sobró para que vacilara y cayera, pero al caer abrió la mano y en el aire vi el brillo. Marqué bien el lugar con el hacha y arrastré el muerto hasta el arroyo que estaba muy crecido. Ahí lo tiré.

    Al volver a mi casa busqué el disco. No lo encontré. Hace años que sigo buscando.

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  21. En el secundario tuve una profesora de literatura que amaba a Borges. Era una profesora, y no una trabajadora de la educación. Se llamaba Alejandrina. Nos daba cuentos de Borges para leer y analizar. Era cuarto año, asique yo tendría unos dieciseis. Había que ver el disfrute que se le reflejaba en la cara cuando escuchaba los pedorros análisis que nosotros podríamos llegar a elaborar. Ella fue la que me mostró algo distinto. Borges era distinto a cualquier cosa que yo pudiera haber leído antes, y a mí siempre me gustó mucho leer.
    Un poco después, leyendo a Umberto Eco, descubrí la admiración que le despierta Borges. No hay obra de Eco que no referencie algo de Borges, tal es su fanatismo.
    Me pregunto si aún hoy les darán a los pibes algo de Borges para leer en el colegio, aunque creo conocer la respuesta. El viejo no es del agradado de la progresía.
    Vir

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