Aug 3, 2012

La cura mágica del orador.


«SI tú supieras, Sócrates…». Y Gorgias, el maestro de retórica más admirado de la Hélade, mira con desdén al ateniense que le está preguntando en qué pueda consistir el señorío de ese arte del bien hablar, de cuya óptima enseñanza él hace oficio. Platón nos narra el cruce de dos inteligencias mayores. «Si tú supieras, Sócrates, entenderías que la retórica abraza y tiene bajo su dominio la potencia de todas las artes». Da un ejemplo: «Me ha pasado muchas veces que, acompañando a mi hermano el médico a casa de esos enfermos que no quieren tomar la medicina o confiarse al doctor para una operación o cauterización, cuando él no podía convencerlos, yo lo conseguí sin otro auxilio que el de la retórica. Si un médico y un orador van a cualquier ciudad y se entabla un debate en la asamblea o en alguna otra reunión sobre cuál de ambos ha de ser elegido como médico, yo te aseguro que no se hará ningún caso del médico, y que, si él así lo quiere, será elegido el orador». Sócrates debió mirarlo con la sonrisa taciturna que inquietaba tanto a quienes lo trataban. Habla muy poco Sócrates. Pregunta sólo. Y sonríe. Y el lector no necesita más. Sabe lo que el ateniense está pensando: ¿y cuántos de los pacientes así tratados van a salir con vida? 
(...) la política como arte de suplir realidad mediante palabras.

(...)  Lo creyeron. Y ahí está lo extraordinario. Una nadería, dicha por alguien con título importante, genera realidad. 
(...)  su nombre es «retórica»: arte de suplir la realidad por el deseo.
Sócrates atiende con respeto. Y resume la lección del sofista: «La retórica es artífice de la persuasión que da lugar a la creencia, pero no a la enseñanza de lo justo y lo injusto». Asiente Gorgias: ese palurdo ateniense, parece que, al fin, ha entendido. Y el palurdo ateniense sonríe. Sabemos lo que está pensando: que de aquellos que aguardan cura mágica del orador, van a sobrevivir muy pocos.

1 comment:

  1. Muy interesante, DF.
    Me gustan estos textos que Ud. publica, para leerlos en un tórrido anochecer como el de hoy, por ejemplo.

    Otrosí digo, viendo la foto no puedo sentir menos que impresión al notar ese pescuezo henchido de vaya a saber qué sentimientos por culpa de los cuales pareciera que -al estilo de Kane, el de Alien- fuera a salirle de un momento a otro el impetuoso y sanguinario Chestburster...

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