Leo en lo de Tomás un post sobre la columna de Morales Solá en La Nación de ayer. Por lo general, me evito la mala sangre de leer a este personaje. La pregunta que me hago es la de siempre: qué tiene que pasar para que esta gente admita que si tiene gusto a mierda, tiene olor a mierda, tiene la consistencia de la mierda y la encontramos en un rincón, rodeada de bollos de papel de diario, lo más probable es que se trate de mierda, aunque de lejos y con un enorme esfuerzo voluntarista parezca dulce de leche.
Como le decía a Tomás en un comentario a su post, Morales Solá es el reflejo de la “gran esperanza” de una enorme mayoría de argentinos, incluidos intelectuales, periodistas, especialistas y demás. Ni siquiera se lo puede acusar de periodismo mercenario. Estoy convencido de que es sincero en su chupaculismo y análisis selectivo de la realidad.
El gobierno de Kirchner es la nueva Gran Oportunidad de demostrar al país y al mundo que las políticas “políticamente correctas” de la progresia local pueden ser exitosas, de que la irracionalidad no necesariamente está condenada al fracaso. Esto es lo que somos, lo que respiramos, lo que escuchamos toda la vida desde la escuela primaria. En el mundo existen the wrong way, the right way and the Argentine way.
El intento anterior fue el gobierno de la Alianza que terminó como todos sabemos. En esta nueva reedición, se juegan a full. Esta vez no podemos fracasar, el gobierno de Kirchner NO puede fracasar, caiga quien caiga, cueste lo que cueste. Aun si implica incendiar al país en el proceso y condenar a la miseria por décadas a generaciones de argentinos.
Se trata de volver a intentar una vez mas las viejas recetas populistas de toda la vida, que ya se aplicaron innumerables veces en Argentina y en el mundo y siempre fracasaron. Pero ojo que esta vez si que nos sale bien.
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