Hace unos meses decía esto. Vuelvo a traer el tema porque se planteó a partir del post de Ramiro y el rol que debería tener el liberalismo en el país.
Tarde o temprano, la fiesta se termina. Y vamos a tener que volver a ocuparnos de la nada agradable tarea de reconstruir al país. Contrariamente a lo que mucha gente cree, me temo que la tarea más difícil no va a pasar por lo económico. A pesar del fenomenal proceso de destrucción de riqueza en el que estamos empeñados, lo más grave y complicado va a ser encarar la reconstrucción institucional y política del país. En ese sentido, el retroceso es sencillamente desolador.
Estoy convencido de que en algún momento la realidad, la fuerza de las circunstancias, nos va a obligar a intentar volver a la realidad. Tal vez aún en contra de nuestros deseos. Cuando se termine lo que hay para repartir no nos va a quedar otro camino que intentar volver a la normalidad. Tal vez le toque a este gobierno. O al próximo. O al próximo.
Conociendo a la Argentina, creo que nadie se puede sorprender si nos encontramos con que al que le toque pagar la cuenta de la festichola sea un gobierno salido de alguna de las variantes del peronismo.
Lo vuelvo a decir. Me pregunto cuál va ser el rol de los sectores moderados, de la derecha argentina, de los liberales locales, ante un escenario como ese. Un peronista tratando de llevar el país de vuelta a la racionalidad, aunque sea incipiente y a los tumbos. ¿Lo apoyaremos, aunque sea imperfecto en sus formas y objetivos? ¿O nos quedaremos en un principismo estéril?
Todo un tema.
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