Todo el mundo se queja del presupuesto conservador. A pesar de las multitudinarias concesiones a la oposición y a todas las corporaciones que se aprovecharon para conseguir alguna prebenda. Los sindicatos de Québec y el Bloque Quebecuá directamente piden a los liberales que provoquen la caída del gobierno.
Lo más patético de todo es que a pesar del festival de bajada de pantalones, todavía no es seguro que los liberales apoyen el proyecto. Se dice que a las 11 de la mañana habría más novedades.
Yo insisto con que el “compromise” es fundamental en todo sistema político. Pero me pregunto hasta dónde se puede llegar sin convertirse en una farsa. Como decía un analista político anoche en un noticiero, a partir de este presupuesto los conservadores han dejado de existir como fuerza política coherente en el gobierno. Su única preocupación es mantenerse en el poder. Y tal vez lo logren por algunos meses más, al convertirse en unos clones de los liberales.
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