San Michael

Sin intención de herir ni ofender a nadie, hay algo que vengo observando.

Durante meses, qué digo, años parece que ningún medio se acordó del gran talento de MJ ni pasaban sus discos a toda hora como en la época dorada del artista.

Por lo único que se convertía en noticia era cuando hacía apariciones públicas con atuendos extravagantes, con sus hijos mamarracheados con máscaras o trapos en la cabeza o cuando salía a la luz alguno de los múltiples juicios que le hicieron por diversos motivos.

Su aspecto fantasmagórico, con su rostro desfigurado y absurdamente distorsionado por cirugías atribuibles a un experimento de terror, también fue varias veces tapa de revista.

Pero, entre ayer y hoy, que se supo la noticia de su muerte, la cobertura periodística es constante, sus canciones agotan desde la radio e Internet, se le rinden homenajes que no se le hicieron en vida y, casi, casi, se ha convertido en San Michael.

"Era tan bueno... Era tan generoso... Era brillante..."

No dudo para nada de su talento.

Al contrario, yo disfruté de su arte igual que todos, muchísimo.

Creo que fue un muy buen cantante y excelente bailarín. Genial showman.

Pero nada más.

Las circunstancias que pusieron en juego su buen nombre (y su fortuna) creo que empañan y empujan a las sombras cualesquiera de los atributos como artista.

Porque no es lo mismo alguien que engaña al fisco en su declaración impositiva que alguien a quien se lo acusa de corrupción y abuso de menores.

Y si no se lo condenó puede ser tal vez porque la justicia funciona de muchas formas, con arreglos entre las partes y acuerdos. Lo que, lamentablemente, no lo libra de la sospecha.

Él renegó de su aspecto y su origen, creó y cultivó una imagen de excéntrico rayana en el trastorno y solo, por sus propios medios, con su dudoso comportamiento, se abrió paso camino a la decadencia y por poco, el olvido.

Una pena que recién ahora, hoy, vuelva a ser el ídolo. La estrella irrepetible. El artista ejemplar.

Y bueno, quizás a los muertos se les perdona todo.

Fiura