Según la ley electoral, hay que convocarlas con un mes de anticipación.
A nadie, pero a nadie - nadie, sola su alma, se le mueve un pelo. Esto es, más allá de los políticos, funcionarios no electos y sus entenados que participarán y se juegan su permanencia concretamente en el evento y que buscan los votos de la perrada de sombrerito de castor que come poutine de parado con tenedor descartable de plástico. Tal es así, que si vota el 50% del padrón la corporación política a pleno sale a tirar cohetes a la plaza.
Uno de mis mayores anhelos es que algún día estas cosas se vivan de la misma manera en Argentina, que todo lo que tenga que ver con la política partidaria deje de tener el dramatismo y la trascendencia actual. Que la gente perciba que un gobierno de un partido u otro no le cambia la vida a nadie y que no se juegan sus ahorros y hasta su supervivencia cada cuatro u ocho años.
Que las elecciones se lleven a cabo el día que caigan, nada de domingo; sin veda electoral de ningún tipo, salvo por cuestiones prácticas el día de la elección; que vote el que tenga ganas de hacerlo y se empadronó antes; y que la participación como autoridades de mesa sea voluntaria, profesional y rentada.
La vida es demasiado importante y valiosa para dejarla en manos de los políticos.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.