Dec 6, 2005

Menos es mejor que más

Muy interesante post en lo de Rubén BlogBis. Hay veces en que me da pereza seguir repitiendo estas cosas, pero acá vamos de nuevo.

Hace unos años, antes de descubrir blogger, mataba de aburrimiento a mis amigos mandándoles cosas por mail. Algunos mandan chistes o fotos de chicas desnudas, yo ni siquiera tenía esa delicadeza. Para tratar de aliviar en alguna medida la frustración que sentía por el lamentable proceso de destrucción de riqueza en el que nos habíamos embarcado una vez más, escribía algunas cosas y las mandaba por mail. Por lo menos ahora tengo un blog y acá entra en que quiere, no tengo que llenar las casillas de nadie con basura.

En esa época escribí esto, uno de mis primeros panfletos, como se decía en los 80. Mi tesis era muy sencilla. Menos nunca es mejor que más. Hace falta un enorme esfuerzo de autoengaño colectivo para aceptarlo como una realidad. Como el salto lógico que hay que dar es demasiado grande, parte del proceso de irracionalidad en el que nos embarcamos a partir del golpe de fines de 2001 es demostrar que en realidad siempre estuvimos mal. La opción nunca fue que más es mejor que menos, porque sencillamente para la Argentina siempre fue menos. La idea que se trata de vender es que siempre estuvimos mal, ahora estamos un poco mejor o peor, pero en todo caso no demasiado peor.

De ahí el enorme esfuerzo por reescribir el pasado, por igualar hacía abajo, por meter a todos en la misma bolsa. En realidad, la Argentina nunca conoció una época mejor que la actual. Todos los presidentes y los gobiernos fueron lo mismo, todos fracasaron, todos terminaron igual y todos produjeron los mismos resultados.

Podemos compartir en mayor o menor medida las distintas administraciones que tuvo el país en los últimos 30 años, pero sólo podemos decir que todo fue igual haciendo un manejo “orwelliano” de la realidad. Las cifras están ahí, no se trata de cuestiones subjetivas. Podemos revisar los datos de desempleo, deuda - PBI, pobreza, indigencia, escolaridad, mortalidad y desnutrición infantil, gasto en salud, salario real, consumo, emigración, créditos hipotecarios, tamaño del PBI, PBI per cápita, corrupción, calidad institucional, y un largo etcétera.

Vuelvo a insistir con algo, la diferencia entre la Argentina de los 90, con todos sus errores y problemas, y la actual no es sólo cuantitativa. La principal y más importante diferencia es cualitativa. Dentro de aquel sistema, por lo menos en teoría, era perfectamente posible solucionar los problemas que teníamos. Dentro del actual, los problemas son parte del modelo que elegimos recrear. Estamos condenados a vivir así hasta que cambiemos. Soy conciente que decir esto es poco menos que un pecado mortal en la Argentina neopopulista, pero casualmente el cambio necesariamente tiene que ser en dirección a los odiados 90. Como proponía la “Carta a los Argentinos” de la “Alianza”: nosotros lo vamos a hacer mejor.

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