Estupor en Argentina porque a meses de su estatización se acumulan los casos de desmanejos mayúsculos en la Aerolíneas Argentina nacional y popular, como el que contaba ayer José Benegas.
Me pregunto si es posible que los argentinos se hayan olvidado en una generación del desastre inmitigado que eran las empresas públicas de servicios.
Los servicios públicos no se entregaron en concesión por fundamentalismo ideológico sino por la más pura y hereje necesidad. Después de décadas de un desmanejo fenomenal, el colapso de la infraestructura había llegado a tal extremo que la opción era que alguien ponga la plata para reconstruirlas y administrarlas con un mínimo de racionalidad o volver a la primera mitad del siglo XIX, a vivir sin agua potable, sin cloacas, sin luz, sin gas, sin teléfonos, sin caminos, sin trenes, sin aviones.
¿Qué pensaban que iba a pasar con las estatizaciones kirchneristas? Las empresas se estatizan justamente para eso, para manejarlas políticamente en beneficio de los allegados al poder de turno.
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